“En esto, echó una mano a
su nariz y… ¡se la arrancó! ¡Pecador de mí! Era postiza, era de cartón y quedó
descubierta la suya verdadera, no menos agraciada y perfecta que las demás
facciones de su cara. ¿Cómo pintar mi vergüenza, mi desespero, al ver tan
preciosa criatura y al recordar la ligereza, la indiscreción, la iniquidad de
mi conducta? Iba a pedirle mil perdones, a llorar mi error, a besar postrado el
polvo de sus pies, pero la cruel dio el brazo a su pareja, me desconcertó con
una mirada severa y desapareció diciéndome fríamente: beso a usted la mano.”
Pasiva, sosa, sin
iniciativa, ni propia opinión, esa, con certeza, no es la descripción de la protagonista
del cuento “Una nariz. Anécdota de carnaval”, escrito por Manuel Bretón de los
Herreros que apareció en La Alhambra en
1840. Hay que tener en cuenta que en la sociedad del siglo XIX, las posibilidades
de la mujer se limitaban a lo privado, ya que con el matrimonio reducía su
papel al de esposa y madre y aceptaba una posición subordinada respecto al
hombre. Pero al mismo tiempo en la literatura aumenta el interés por la figura
femenina y su subjetividad respecto a los siglos anteriores. La serranita del
cuento “Una nariz. Anécdota de carnaval” es una mujer activa que no se adecua a
la expectativa del hombre. Aprovecha el tiempo de carnaval, es decir el tiempo cuando
los juegos, mentiras y engaños están permitidos, y crea una intriga que no
corresponde a una mujer ni se la espera de ella.
“El carnaval no es otra
cosa que el reverso de la medalla del mundo y sin duda las damas a la sombra
del tafetán que parece convidarlas a mentir fingen menos que con su propia
cara. ¡Tienen tan pocas ocasiones de decir la verdad impunemente!...”
La protagonista pone una máscara para
desenmascarar al hombre, a su básico deseo de lo superficial de una mujer,
dicho de otra manera, de su belleza externa.
“La fealdad es para
vosotros el mayor crimen de una mujer.”
Entre versos podemos encontrar el deseo femenino de
ser apreciada como sujeto no como objeto. La protagonista nos presenta que la
vida de la mujer en el siglo XIX era muy difícil, pero una mujer no atractiva
sufría lo doble, porque lo que el hombre buscaba era “la cara llena de
perfecciones”. En el cuento de Manuel Bretón de los
Herreros nos encontramos con una visión de mujer múltiple y con una gran dosis
de humor. Nos presenta la figura femenina como ángel de amor, hermosa,
inocente, fuente de inspiración y de ilusiones para el corazón del hombre, pero
en cada momento capaz de convertirse en el polo opuesto, un demonio, una pícara
y astuta que arrastra a la destrucción.
“- ¿Tan fingidas somos las
mujeres?
-
Sí, mascarita. En cuanto a eso no podéis decir que
os acusan los hombres sin fundamento. Pero es preciso decir al mismo tiempo que
la desconfianza y la tiranía de los hombres ocasionan vuestra falta de
sinceridad y que vuestras ficciones son por lo general muy dignas de
indulgencia porque os obliga a ellas el mismo deseo de agradarnos.”
Lo que desvela la protagonista de “Una nariz. Anécdota
de carnaval” es la nueva visión de amor, y relaciones entre mujeres y hombres,
el desengaño, la
desilusión, la ironía romántica y la desdicha. Lo que más sorprende en este
texto, es que junto a la mujer víctima de los rigores del amor y
de la sociedad patriarcal aparece la mujer que lucha por su felicidad y sus
razones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario