jueves, 26 de diciembre de 2013

Interpretación de "El estudiante de Salamanca".



Interpretación global de El estudiante de Salamanca.

            En primer lugar habría que destacar que esta obra de José de Espronceda pertenece a una época muy concreta en la historia de la literatura española, a la primera mitad del siglo XIX. Este momento estaba marcado por un movimiento cultural llamado Romanticismo y como tal, tiene una serie de características generales que podemos ver en las distintas obras que se circunscriben a él.
            Teniendo esto en cuenta, podemos adentrarnos en las diferentes interpretaciones que se han propuesto sobre la obra y su final. Como sabemos, no hay una univocidad en cuanto a la intención del autor al presentarnos dicha obra. La crítica baraja la posibilidad de que la actitud de don Félix a lo largo de la obra se ve justiciada con su muerte inesperada de la mano de una extraña mujer a la que acompaña hasta el propio funeral del protagonista. A partir de entonces vemos cómo baja al infierno, al lugar que le precede a alguien que ha cometido esos pecados en la vida. Sin embargo, encontramos señales contradictorias en su descenso al infierno. Esto nos lleva a preguntarnos si realmente estamos ante un infierno. Y es en este punto en el que la crítica ha dado teorías dispares.
            Observando el descenso vemos contradicciones a la hora de buscar una interpretación absoluta, de elegir entre el blanco y el negro, entre cielo e infierno. Podemos pensar que estamos ante el descenso al infierno por los entes quiméricos, por los esqueletos y por la descripción en general de un espacio que reúne características de lo que actualmente consideraríamos relativas al infierno. Sin embargo, también observamos una actitud del protagonista que no cesa. El estudiante no desciende aterrorizado por lo que le rodea, sino que es capaz de afrontarlo e incluso pide explicaciones, en su máxima actitud rebelde, a Dios:
Segundo Lucifer que se levanta
del rayo vengador la frente herida,
alma rebelde que el temor no espanta,
hollada sí, pero jamás vencida:
el hombre en fin que en su ansiedad quebranta
su límite a la cárcel de la vida,
y a Dios llama ante él a darle cuenta,
y descubrir su inmensidad intenta.
            Lo mismo ocurre cuando en el descenso aparece su esposa doña Elvira convertida en esqueleto para casarse con él y su cuñado don Diego dándole la bendición en su matrimonio. Al principio parece que es una condena al estudiante por lo que les hizo a ambos en vida, pero don Félix vuelve a aceptar ese casamiento sin pesar:
Por mujer la tomo, porque es cosa cierta,
Y espero no salga fallido mi plan,
Que en caso tan raro y mi esposa muerta,
Tanto como viva no me cansará.
Pero no todo queda ahí, seguidamente vuelve a mostrarnos su rebeldía invocando a Dios o al demonio haciéndonos dudar, de esta manera, de que el lugar en el que se encuentra sea al infierno:
Mas antes decidme si Dios o el demonio
Me trajo a este sitio, que quisiera ver
Al uno o al otro, y en mi matrimonio
Tener por padrino siquiera a Luzbel:
Aquí nos presenta que él mismo duda sobre el lugar en el que está al no saber si ha sido Dios o ha sido el demonio el que lo ha llevado allí. La diferencia entre cielo e infierno debería ser drástica y opuesta y no debería haber lugar a dudas de si se está en uno u otro lugar. Esto nos lleva a pensar que el protagonista no está viviendo un infierno propiamente dicho como se puede pensar a bote pronto, pero tampoco está en un cielo reconocible. De hecho, ¿acaso está siendo condenado realmente? ¿Acaso don Félix se siente condenado y se arrepiente de sus pecados cometidos en vida?
            Con todo podríamos pensar que no es un infierno ni un cielo, sino un plano intermedio, otro lugar que no sirve para condenar ni tampoco para glorificar. Se trata de un lugar híbrido con rasgos intermedios descrito con una simbología romántica, aspecto a tener en cuenta como mencioné al principio, un lugar puramente romántico.

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