martes, 3 de diciembre de 2013

Un poema sobre la muerte






“Cantemos, dijeron sus gritos,
la gloria, el amor de la esposa,
que enlaza en sus brazos dichosa,
por siempre al esposo que amó:
su boca a su boca se junte,
y selle su eterna delicia,
suave, amorosa caricia
y lánguido beso de amor.

Y en mutuos abrazos unidos,
y en blando y eterno reposo
la esposa enlazada al esposo
por siempre descansen en paz:
y en fúnebre luz ilumine
sus bodas fatídica tea,
les brinde deleites y sea
la tumba su lecho nupcial”



El estudiante de Salamanca es un poema narrativo escrito por José de Espronceda, publicado, en primer lugar en prensa, y ya luego completo en forma de libro en 1840.

Es una obra plenamente romántica, pues en ella encontramos muchos elementos que son claramente característicos de este periodo literario; como son la muerte (como tema principal), la noche, la locura de Elvira, los elementos fantásticos

He elegido este fragmento en concreto porque aquí encontramos varios elementos de los citados anteriormente. Aquí acudimos a la unión de Don Félix de Montemar con la que será su esposa, una Elvira convertida en esqueleto que va a castigar a este “Don Juan” por todos sus pecados. Por tanto encontramos aquí ejemplos de cómo lo fantástico inunda las obras románticas. Por otra parte, la unión de Félix con Elvira se hace a través de la muerte (uno de los temas románticos por excelencia).

Si ampliamos nuestras miras, y vemos el texto como un conjunto, podemos decir que es un poema sobre la muerte, pero también sobre qué significa la muerte y si hay o no la existencia de algún ser superior que regule la vida. Elvira muere de locura tras haberse entregado a Félix y su alma va a parar “a la mansión dichosa, do los ángeles moran”. Sin embargo Félix, que es presentado casi como el mismo diablo, es un descreído que no para de burlarse durante toda la obra de la posible existencia de Dios o del Demonio. A pesar de esto, su muerte, a mi forma de entender, es algo paradójico, porque acaba sufriendo un castigo que para él en realidad era impensable, pues durante toda la obra nos demuestra un estado de descreimiento tal que vive pensando que de ninguna manera pudiera recibir ningún castigo por sus acciones, mucho menos este tipo de “castigo divino” que acaba recibiendo, y que lo condena a la muerte y al infierno.

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