domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Justicia divina? II


Sobre la interpretación final de El estudiante de Salamanca me queda añadir la segunda interpretación. La más moderna o atea, como mencioné en la entrada anterior, es la interpretación que considero válida porque es la que menos oposición presenta en una interpretación literal del texto. Por tanto, la más sencilla a la vez que  transgresora.
En primer lugar hay que retomar la idea de la entrada “Justicia divina I” en la que el recorrido por los pasajes nos hacía ver como don Félix nunca se arrepiente de nada de lo que ha hecho en vida pero tampoco lo hace Elvira en ningún momento. Esto es importante ya que aunque se podría deducir libremente que ella se arrepiente y va al cielo, no aparece tal declaración en la obra, al contrario, se insiste en que ella le sigue queriendo incluso en la muerte.
Cantemos, dijeron sus gritos,
la gloria, el amor de la esposa,
que enlaza en sus brazos dichosa,
por siempre al esposo que amó:
En el momento del reencuentro de Elvira y Don Félix se habla de una voz que truena y parece la voz del ángel de la justicia, pero no se afirma tampoco que sea tal cosa ni hay ninguna aparición fantástica que premie o condene a los protagonistas, como es de esperar al final de una vida en una concepción católica; sobre todo después de la exaltación continua que se hace de don Félix en toda la obra.
Y luego el estrépito crece
confuso y mezclado en un son,
que ronco en las bóvedas hondas
tronando furioso zumbó;
y un eco que agudo parece
del ángel del juicio la voz,
en triple, punzante alarido,
medroso y sonoro se alzó;
Notamos durante toda la obra la constante repetición de las cualidades Satánicas de don Félix y angelicales de Elvira que son más propias de un pueblo tradicional e inculto como es el pueblo Español. Al final de la obra se menciona que el poema está escrito tal como se lo han comentado a él, lo cual nos da impresión de oralidad y, por tanto, de leyenda y superstición. 
Y si, lector, dijerdes ser comento,
como me lo contaron, te lo cuento.
Cuando don Félix pide explicaciones sobre quién es el que está llevándole al supuesto infierno y por qué está pasándole lo que le está pasando no hay nadie que le conteste porque realmente no hay nadie que pueda contestar. Nos encontramos en un pasaje en el que vemos con más claridad la ausencia total de un Dios.
Siquier de parte de Dios,
siquier de parte del diablo,
¿quién nos trajo aquí a los dos?
Decidme, en fin, ¿quién sois vos?
y sepa yo con quién hablo:
Las representaciones de muertos que aparecen son descritos como cadáveres y esqueletos pero no se les describe tomo seres atormentados o condenados, ni ellos mismos se consideran tal al hablar. El lugar en el que se hallan es tétrico y macabro y, aunque la escalera de caracol nos recuerde a la bajada a los infiernos, no hay ninguna descripción del lugar que nos haga pensar en un infierno tradicional de tormentos y condenación.
Todo esto nos hace ver que no existe el cielo ni el infierno sino que se encuentran todos en la muerte, una muerte vacía en la que los que estuvieron vivos hacen su propia justicia sin leyes divinas ni satánicas.
En definitiva, más que un castigo divino parece más bien que en el reino de los muertos, de las almas, Elvira toma su  venganza personal obligando a don Félix, ahora que puede (porque no hay ni Dios ni satanás, ni leyes que se lo impidan), pasar la eternidad con ella ya que no la quiso en vida.




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