Sobre la
interpretación final de El estudiante de Salamanca me queda añadir la segunda
interpretación. La más moderna o atea, como mencioné en la entrada anterior, es
la interpretación que considero válida porque es la que menos oposición presenta
en una interpretación literal del texto. Por tanto, la más sencilla a la vez que
transgresora.
En primer lugar
hay que retomar la idea de la entrada “Justicia divina I” en la que el
recorrido por los pasajes nos hacía ver como don Félix nunca se arrepiente de
nada de lo que ha hecho en vida pero tampoco lo hace Elvira en ningún momento.
Esto es importante ya que aunque se podría deducir libremente que ella se
arrepiente y va al cielo, no aparece tal declaración en la obra, al contrario,
se insiste en que ella le sigue queriendo incluso en la muerte.
Cantemos, dijeron sus gritos,
la gloria, el amor de la esposa,
que enlaza en sus brazos dichosa,
por siempre al esposo que amó:
En el momento
del reencuentro de Elvira y Don Félix se habla de una voz que truena y parece
la voz del ángel de la justicia, pero no se afirma tampoco que sea tal cosa ni
hay ninguna aparición fantástica que premie o condene a los protagonistas, como
es de esperar al final de una vida en una concepción católica; sobre todo
después de la exaltación continua que se hace de don Félix en toda la obra.
Y luego el estrépito crece
confuso y mezclado en un son,
que ronco en las bóvedas hondas
tronando furioso zumbó;
y un eco que agudo parece
del ángel del juicio la voz,
en triple, punzante alarido,
medroso y sonoro se alzó;
Notamos durante
toda la obra la constante repetición de las cualidades Satánicas de don Félix y
angelicales de Elvira que son más propias de un pueblo tradicional e inculto
como es el pueblo Español. Al final de la obra se menciona que el poema está
escrito tal como se lo han comentado a él, lo cual nos da impresión de oralidad
y, por tanto, de leyenda y superstición.
Y si, lector, dijerdes ser comento,
como me lo contaron, te lo cuento.
Cuando don Félix
pide explicaciones sobre quién es el que está llevándole al supuesto infierno y
por qué está pasándole lo que le está pasando no hay nadie que le conteste porque
realmente no hay nadie que pueda contestar. Nos encontramos en un pasaje en el
que vemos con más claridad la ausencia total de un Dios.
Siquier de parte de Dios,
siquier de parte del diablo,
¿quién nos trajo aquí a los dos?
Decidme, en fin, ¿quién sois vos?
y sepa yo con quién hablo:
Las
representaciones de muertos que aparecen son descritos como cadáveres y
esqueletos pero no se les describe tomo seres atormentados o condenados, ni
ellos mismos se consideran tal al hablar. El lugar en el que se hallan es
tétrico y macabro y, aunque la escalera de caracol nos recuerde a la bajada a
los infiernos, no hay ninguna descripción del lugar que nos haga pensar en un
infierno tradicional de tormentos y condenación.
Todo esto nos
hace ver que no existe el cielo ni el infierno sino que se encuentran todos en
la muerte, una muerte vacía en la que los que estuvieron vivos hacen su propia
justicia sin leyes divinas ni satánicas.
En definitiva,
más que un castigo divino parece más bien que en el reino de los muertos, de
las almas, Elvira toma su venganza
personal obligando a don Félix, ahora que puede (porque no hay ni Dios ni
satanás, ni leyes que se lo impidan), pasar la eternidad con ella ya que no la
quiso en vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario