La peña de
los enamorados.
“Al decir
esto, no ya para enjugar el sudor, sino para restañar el llanto cubría su bello
semblante con el pañuelo, y apoyándose en uno de los jarrones de porcelana que
adornaban aquella entrada, más parecía una estatua sepulcral que un ser animado
y sensible. Zaida la acercaba una y otra vez un precioso pomo de oro con
alcanfor porque temia que su señora sucumbiese al dolor y al cansancio. […]”
“[…] exànime
cae sobre uno de aquellos cogines que la rodean, asi como la erguida palma
agitada por el uracan en medio del desierto sacude una y otra vez su ramaje alrededor
de sí, y al fin tronchada por el pie se desploma sobre la arena.”
Estos
textos son fragmentos pertenecientes a una revista llamada Seminario pintoresco español. En concreto pertenecen a un relato
publicado en la misma, el 11 de septiembre de 1836, llamado “La peña de los
enamorados”. Su autor es Mariano Roca de Togores, conocido también como Marqués
de Molins (1812 – 1889).
Esta
leyenda trata de la historia de dos amantes, Zulema, una bella mora, y D.
Fadrique de Carvajal, un cristiano cautivo del padre de Zulema que trabaja de
jardinero. Estos amantes se enamoran y planean una huida debido a que el padre
de la mora nunca accedería a dar la mano de su hija a un cristiano cautivo. Por
ello, D. Fadrique, temiendo no volver a ver a su amada ya que el padre la podía
casar en la madrugada, hace uso de sus conocimientos sobre el lenguaje de las
flores para proponer la huida a Zulema. Acto seguido, la pareja consigue huir
hasta una peña donde el padre y sus hombres les dan alcance. El padre les ofrece
perdonar la vida de su querida hija a cambio de la de D. Fabrique. Estos
rehúsan la oferta y se lanzan al vacío muriendo así juntos.
Como veis,
es una trama donde se trata el tema de moros y cristianos, del amor trágico y
de la muerte, sin embargo, también nos presenta una visión de la mujer que
podemos apreciar en los fragmentos seleccionados arriba. En estos fragmentos
percibimos el tópico de la figura de mujer que incluso hasta la actualidad se
ha ido conservando. Vemos a una mujer femenina, frágil, delicada, cuya piel
debe ser comparable a la porcelana. Pues bien, este concepto de mujer es
puramente romántico. Con esto quiero decir que en el siglo XVIII encontramos
una visión de la mujer más evolucionada, más moderna en cuanto a su actitud. En
este siglo la mujer comienza a adquirir importancia en la sociedad, en la
cultura. Esto se debió a su labor en las tertulias literarias o a la importancia
que tenía el que la mujer fuera culta para poder enseñar cultura a los hijos,
ya que era la encargada de criarlos.
Todo esto
que trajo la Ilustración, dio un paso hacia atrás con la llegada del
Romanticismo. La mujer se convirtió en algo que enseñar en público. Esta debía
ser recatada, frágil y sumisa, la importancia recaía en su apariencia. Podemos
ver cómo esto repercutió en el mundo literario como el teatro y su lugar de
representación con la reforma que se llevó a cabo en dichos edificios para la
redistribución de los palcos.
Aunque en
este relato veamos que Zulema es una mujer que toma decisiones de su propio
destino, la representación sigue siendo romántica. No vemos a una mujer fornida,
a una mujer luchadora, una mujer que no necesite a un hombre, sino a una mujer
frágil y femenina que bajo los efectos del amor toma la decisión de huir y morir
junto a su amado.
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