martes, 26 de noviembre de 2013

La peña de los enamorados

Entrégate, le decía después a Zulema, entrégate a tu padre, hija desnaturalizada, y él te perdonará […] Negose la amante granadina y renovose con más furia al asalto. Apenas quedaban algunas varas de terreno ya cerca de la cumbre y junto al horrible despeñadero a los desgraciados, cuando Don Fadrique, herido por mil partes, le dijo – Entrégate, amada de mi alma, y sálvate, yo ya no puedo vivir ¿qué me importa morir ahora o dentro de algunas horas, morir de flechazos o de una cuchillada?-, - Si tu mueres muramos juntos, morir gozando- Dijo la mora abrazándose con su amado y precipitándose con él en el abismo.
Una zarza vino a detenerla por la vestidura y a ofrecer a su desalmado padre el horrible espectáculo de una hija que prefería  morir con su amante a vivir con él.”


El Indio de Antequera, un peñón situado en el municipio de Antequera y más conocido como La Peña de los Enamorados, suscitó una leyenda que lleva su nombre. De esta leyenda, como es lógico, encontramos muchas variantes en las que se cambia el nombre de los enamorados, la relación que mantienen y el conocimiento mutuo. También encontramos un mismo esquema que se repite en distintos puntos de la geografía, tal es el caso de la leyenda del Parque Nacional de Garajonay que alberga la leyenda de Gara la princesa del agua y Jonay el príncipe del fuego.

Parque Nacional de Garajonay




El Indio de Antequera o Peña de los Enamorados



La configuración del personaje femenino en la leyenda de Mariano Roca de Togores se ajusta de manera general al modelo tradicional de mujer virtuosa, siendo esta una joven bella, fiel, recatada y virgen, a lo que añade la nueva visión romántica de la mujer independiente y libre, capaz de elegir su propio destino, desobedeciendo a su padre y muriendo por amor. Sin embargo, esto no es más que la visión romántica de lo que es una mujer independiente y libre, la cual por desgracia  ha llegado a nuestros días.  
Zulema no tiene libertad absoluta en su elección, puesto que la conciencia social la empuja a tomar la decisión de suicidarse; no puede vivir sin su amor, porque el amor la hace débil y dependiente, podemos verlo más gráficamente en:


"Todo era placer alrededor de la bella virgen, todo luto y desconsuelo en lo íntimo de su corazñon, Como si no estuviera aquel aposento examinado con una sola mirada, Zulema recorre con las suyas las paredes de aquel pabellón, se revuelve con violencia, su tocado se descompone, el cabello flota en torno al ímpetu de su movimiento, y luego desesperada y exánime cae sobre uno de aquellos cojines que la rodean, así como la erguida palma agitada por el huracán en medio del desierto sacude una y otra vez su ramaje alrededor de sí, y al fin tronchada por el pie se desploma sobre la arena”

Es importante resaltar también el hecho de que ella es quien toma todos los riesgos, se separa de su familia que la rechazará y a la cual no volverá a ver para dedicarse por completo a su amado; deja de ser ella misma para convertirse en su esposa.
“Quítate tu armadura, mi buen Fadrique; ¡ay! Cómo abrasa, parece que acaba de salir de la fradua […] Yo no se como estuviste tan cuidadoso de sustraer todo este hierro; ¡cómo pesa! ¿lo ves? Te ha sofocado mucho, tu cabello está todo mojado, tus mejillas de color de grana ¡qué hermoso eres, cristiano mio! Dime, ¿falta mucho para tu tierra? Allí seré esposa tuya, ¿no es verdad? Y di, ¿cómo me llamarás? Isabel, ¿no es cierto? Y yo serñe tu amiga, y tu hermana, y viviremos juntos y para siempre, porque ¿no me has dicho que tu Alá lleva al paraíso unidos a los esposos que son virtuosos?”

Por tanto, extrayendo esta figura como paradigma de la mujer romántica española, podemos decir que es un concepto poco desarrollado en cuanto a relevancia del papel de la mujer en la sociedad, puesto que en otros países, como Inglaterra, ya existían figuras tan importantes como Elisabeth Bennet.




lunes, 25 de noviembre de 2013

La peña de los enamorados



La peña de los enamorados.

“Al decir esto, no ya para enjugar el sudor, sino para restañar el llanto cubría su bello semblante con el pañuelo, y apoyándose en uno de los jarrones de porcelana que adornaban aquella entrada, más parecía una estatua sepulcral que un ser animado y sensible. Zaida la acercaba una y otra vez un precioso pomo de oro con alcanfor porque temia que su señora sucumbiese al dolor y al cansancio.  […]”
“[…] exànime cae sobre uno de aquellos cogines que la rodean, asi como la erguida palma agitada por el uracan en medio del desierto sacude una y otra vez su ramaje alrededor de sí, y al fin tronchada por el pie se desploma sobre la arena.”


        Estos textos son fragmentos pertenecientes a una revista llamada Seminario pintoresco español. En concreto pertenecen a un relato publicado en la misma, el 11 de septiembre de 1836, llamado “La peña de los enamorados”. Su autor es Mariano Roca de Togores, conocido también como Marqués de Molins (1812 – 1889).
        Esta leyenda trata de la historia de dos amantes, Zulema, una bella mora, y D. Fadrique de Carvajal, un cristiano cautivo del padre de Zulema que trabaja de jardinero. Estos amantes se enamoran y planean una huida debido a que el padre de la mora nunca accedería a dar la mano de su hija a un cristiano cautivo. Por ello, D. Fadrique, temiendo no volver a ver a su amada ya que el padre la podía casar en la madrugada, hace uso de sus conocimientos sobre el lenguaje de las flores para proponer la huida a Zulema. Acto seguido, la pareja consigue huir hasta una peña donde el padre y sus hombres les dan alcance. El padre les ofrece perdonar la vida de su querida hija a cambio de la de D. Fabrique. Estos rehúsan la oferta y se lanzan al vacío muriendo así juntos.
        Como veis, es una trama donde se trata el tema de moros y cristianos, del amor trágico y de la muerte, sin embargo, también nos presenta una visión de la mujer que podemos apreciar en los fragmentos seleccionados arriba. En estos fragmentos percibimos el tópico de la figura de mujer que incluso hasta la actualidad se ha ido conservando. Vemos a una mujer femenina, frágil, delicada, cuya piel debe ser comparable a la porcelana. Pues bien, este concepto de mujer es puramente romántico. Con esto quiero decir que en el siglo XVIII encontramos una visión de la mujer más evolucionada, más moderna en cuanto a su actitud. En este siglo la mujer comienza a adquirir importancia en la sociedad, en la cultura. Esto se debió a su labor en las tertulias literarias o a la importancia que tenía el que la mujer fuera culta para poder enseñar cultura a los hijos, ya que era la encargada de criarlos. 
        Todo esto que trajo la Ilustración, dio un paso hacia atrás con la llegada del Romanticismo. La mujer se convirtió en algo que enseñar en público. Esta debía ser recatada, frágil y sumisa, la importancia recaía en su apariencia. Podemos ver cómo esto repercutió en el mundo literario como el teatro y su lugar de representación con la reforma que se llevó a cabo en dichos edificios para la redistribución de los palcos. 
        Aunque en este relato veamos que Zulema es una mujer que toma decisiones de su propio destino, la representación sigue siendo romántica. No vemos a una mujer fornida, a una mujer luchadora, una mujer que no necesite a un hombre, sino a una mujer frágil y femenina que bajo los efectos del amor toma la decisión de huir y morir junto a su amado.

domingo, 24 de noviembre de 2013

La peña de los enamorados


LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS

           ''Incomprensible fue para D. Fadrique el ramo que Zulema dejó junto a la fuente: era el caballero tan diestro en disfrazar aquella especie de escritos, que ni el árabe más galán pudiera aventajarle. Pero en aquella ocasión se molestaba en vano dando vueltas a aquel conjunto de flores, sin poder entender el arcano que en ellas se encerraba. Unos cuantos botones de siempreviva le indicaban la constancia de Zulema; y luego una zarza rosa venía a recordarle su mala ventura; el colchico le decía claramente pasó el tiempo de la felicidad; pero puesta a su lado una retama le infundía alguna esperanza; quería luego con más ahínco penetrar el sentido, y entre mil insignificantes flores solo un crisócomo significaba algo no hacerse esperar. Conoció pues que Zulema obligada a hacer aquel ramo en presencia del hagib, habría puesto en él mil cosas insignificantes solo por condescender con su molesto acompañante; pero con todo un eliotropo que descollaba en medio, me gritaba con muda voz, yo te amo, y esto le consolaba.
[…]
Una zarza vino a detenerla por la vestidura y a ofrecer a su desalmado padre el horrible espectáculo de una hija que prefería morir con su amante a vivir con él. […] El vestido de esta de desgarra en fin, y viene su cadáver vagando por el aire como el de una paloma herida de una flecha a reposar junto al de aquel por quien había tantas veces jurado morir gozando''



           El cuento ante el que nos encontramos, perteneciente al autor Mariano Roca de Togores, parte de una leyenda; la leyenda de La peña de los Enamorados, publicado en el año 1836 en la revista española semanal Semanario pintoresco español.

           Si bien su título nos señala con probable acierto uno de los temas principales que en él aparecerán, como es el amor entre dos amantes, nosotros enfocaremos el comentario de esta entrada en la visión de la mujer protagonista, Zulema, la cual sufre de un amor romántico que, como normalmente sucede (y más adelante podremos comprobar), trocará en tragedia. El cuento nos narra la historia de dos enamorados; Fadrique, un cautivo cristiano y Zulema, una princesa mora, deciden huir del reino del padre de esta para vivir juntos su amor. Pero la huida conjunta que emprenden del reino concluirá con el suicidio de ambos, causado por la persecución que sufren por parte de los caballeros del rey.

           El fragmento con el que comenzamos la entrada nos señala con claridad la imposibilidad de Zulema de mostrar libremente su amor por Fadrique (me gritaba con muda voz, yo te amo); se trata de un amor imposible cuyas diferencias religiosas y de honor los separan. A pesar de estos obstáculos, Zulema decidida escapa, rebelándose así contra el rey y rompiendo con el modelo típico romántico en el que la mujer aparece con nula o muy escasa capacidad de decisión.

           La princesa logra convertirse en el vórtice de la obra; sin albergar ningún tipo de duda en lo que acontece a su relación, se muestra segura y rotunda en sus decisiones (–¿Tengo un rival? ¿Me dejarás de amar?No: primero morir, te lo juro, morir gozando dijo leyendo el rótulo…); será también ella la que decida su suerte arrojándose desde la peña.

           La sociedad de la época dentro de la que se encuadra el Romanticismo vuelve un paso atrás con respecto al siglo XVIII. La mujer no lleva a cabo ninguna transgresión; suele ser víctima y la visión de esta se vuelve más tradicional. Siendo esto así, la obra nos resultaría algo contradictoria y de difícil comprensión: Observamos entonces como literatura y sociedad no avanzan del todo en una misma dirección, pues en La peña de los Enamorados nos hallamos ante el caso opuesto, en el que vemos como la mujer (la joven Zulema) aparece como dominante de la dirección que quiere que tome su vida. Como contraprestación a su rebeldía, la mujer suele morir, por lo que el final de nuestro cuento coincidirá con lo dicho, consumándose de un modo trágico con el suicidio de nuestra protagonista junto a su amado, como podemos ver en el segundo fragmento expuesto al comienzo de nuestra entrada.

sábado, 23 de noviembre de 2013

"La peña de los enamorados"



 www.artusual.com

“-Entrégate, la decia después a Zulema, entrégate a tu padre, hija desnaturalizada, y él te perdonará; la sangre de ese perro, no la tuya es la que necesita mi venganza. Negóse la amante granadina y renovóse con mas furia el asalto. Apenas quedaban algunas varas de terreno ya cerca de la cumbre y junto al horrible despeñadero a los desgraciados, cuando Don Fadrique herido por mil partes la dijo-Entrégate, amada de mi alma, y sálvate, yo ya no puedo vivir, ¿qué me importa morir ahora ó dentro de algunas horas, morir de flechazos ó de una cuchillada?-Si tu mueres, muramos juntos, morir gozando. Dijo la mora abrazándose con su amado, y precipitándose con él en el abismo.”


Este fragmento que expongo pertenece al cuento "La peña de los enamorados", que encontramos publicado en Semanario Pintoresco español en su edición del 11 de noviembre de 1836.

                              

El cuento lo relacionamos por un lado con el tema del amor y por otro lado, con la novela morisca, que tan de moda había estado en el Barroco (lo que no es raro pues constituye un tema exótico, muy del gusto romántico). En él encontramos una mora y un cristiano cautivo que viven un amor complicado por la situación en la que les ha tocado vivir pero que están dispuestos a cualquier cosa por conseguir estar juntos.



Lo que aquí me interesa resaltar es la caracterización de la protagonista en relación con la época literaria en la que se inscribe el texto.



En primer lugar, encontramos que el personaje protagonista de la obra es una mujer, pero no una mujer usada como pretexto para crear un conflicto (como ocurría con las mujeres de la comedia barroca), sino una mujer con identidad propia y una total independencia.



Zulema, que así se llama nuestra protagonista, es capaz, como vemos, de recurrir a engaños y tretas para estar con el hombre al que ama. Se observa en este fragmento que es una mujer con autoridad y capacidad de decisión.  Las mujeres del romanticismo no son mujeres subordinadas a un “poder” superior, como podría ser la figura paterna, sino que son mujeres capaces de tomar una decisión, ser consecuente con ella y luchar hasta el final por conseguir el desenlace deseado (aunque en general la única vía de escape acabe siendo la muerte). En este periodo literario aparece algo nuevo, que es el “amor” entendido como algo pasional, que puede vencerlo todo. Ya no encontramos mujeres conformistas dispuestas a aceptar un matrimonio por conveniencia, sino que lucharán por conseguir salir de esa situación, que les crearía una gran infelicidad, y llegar a vivir el amor que desean. Como no es de extrañar, este dejarse llevar por las pasiones, acabará normalmente en una muerte trágica, como la que aquí nos encontramos.



En resumen, Zulema decide fugarse con Don Fadrique, su amado, para huir de un matrimonio acordado; lleva a cabo esa fuga, y no duda ni un momento en morir con Don Fadrique, retando a su padre hasta el último momento. Bajo mi punto de vista, Zulema es un ejemplo muy claro del cambio que encontramos en cuanto a la configuración del personaje femenino en el Romanticismo, siguiendo el camino que había marcado ya el Duque de Rivas con Don Álvaro o la fuerza del sino un año antes de la publicación de este cuento.